Sinceramente, fue algo duro y difícil pensar en mi propio funeral, sobre todo porque, al intentar imaginármelo, se me venía a la mente, involuntariamente, formas en las que podría haber muerto.
Aunque, en el momento que me pude concentrar, sí pude imaginar mi funeral. Y fue difícil pensar que dirían mis seres queridos de mi en un momento como ese, porque, para ello, te tienes que inventar un futuro. Un futuro en el que tienes un trabajo, un futuro en el que, por lo menos en mi caso, tenía una mujer e hijos. Y fueron mis hijos los que salieron a decir unas breves palabras sobre mi en el funeral.
Por supuesto, en un tu propio funeral quieres que todo lo que digan sobre ti sea bueno, y en mi caso no fue una excepción. Lo complicado fue imaginar que cosas buenas dirían sobre mí.
Pero, al final, me comencé a distraer, y perdí el hilo de la situación, lo que provocó que abriera los ojos, y que no pudiera volver a cerrarlos.
La verdad es que esta meditación ha sido una de las más duras que hemos hecho, pero al mismo tiempo, una de las más bonitas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario